El 45% de los edificios españoles se construyó antes de 1980, y el 81% tiene una mala calificación energética. Tanto la UE como el Gobierno han puesto en marchas iniciativas para solventar este problema
El parque inmobiliario, de ayer y de hoy, tiene mucho que decir en el cumplimiento del Acuerdo de París, si bien el potencial de ahorro energético escondido entre las paredes de nuestras viviendas es uno de los principales olvidados por la opinión pública. La disminución del consumo de combustibles fósiles y la reducción de emisiones de gases de efecto invernadero en este sector son obligaciones pendientes ante la crisis climática. El potencial de adaptación y renovación del parque de edificios de España es enorme.
La principal causa es la antigüedad. En nuestro país el 45% de los edificios se construyó antes de 1980, es decir, aproximadamente la mitad tienen más de 40 años. Si hablamos de cifras de viviendas, se alcanzan los 9,7 millones según el INE y los datos del Ministerio de Transportes Movilidad y Agenda Urbana. Entre estos, un millón de viviendas tiene un estado deficiente, malo o ruinoso.
El paquete de ayudas es de 50 millones de euros para este tipo de iniciativas en municipios de menos de 5.000 habitantes
Si se analizan las calificaciones energéticas, tampoco son las deseables a estas alturas. Más del 81% de edificios se sitúan entre las letras E, F y G (las peores en términos de emisiones) y un 84,5% si se considera el consumo energético. La mejor clasificación, designada con la letra A, solo la alcanza el 0,3%. Estas cifras tienen su reflejo en que el sector de la edificación, en su conjunto, consumió en 2018, el 30% de la energía primaria, una cifra que se viene manteniendo constante desde 2010 y que pone en evidencia la imperante actuación si queremos activar su potencial.
Un tsunami de rehabilitación en la UE
Así, queda patente que no solo necesitamos apostar por las renovables, sino por rehabilitar y mejorar la eficiencia energética del parque inmobiliario. Bruselas ha movido ficha. A través de numerosas Directivas Europeas y la estrategia “Renovation Wave”, definió la ruta a seguir para lanzar un tsunami de rehabilitación con el que se priorice la rehabilitación en los Estados miembros. Aprobada en octubre de 2020, el “Renovation Wave” se enfoca en actuar en tres ejes fundamentales: descarbonizar la climatización, abordar la pobreza energética y rehabilitar edificios públicos como hospitales o escuelas.
Entre sus objetivos también pretende conseguir, para 2030, la renovación de 35 millones de edificios en toda la UE, creando con ello hasta 160.000 empleos sostenibles. Además, el 28 de septiembre se aprobó la Recomendación (UE) 2021/1749 de la Comisión basada en el principio “lo primero, la eficiencia energética” y que pretende conseguir que esta sea “el primer combustible” para avanzar en la descarbonización de los inmuebles.
Si no quieres arruinarte con la calefacción, acércate un momento a la ferretería
Con un total de 17 directrices innovadoras, persigue elevar el rango de la rehabilitación energética a una escala superior; de distrito, de barrio o de ciudad. Entre las directrices se encuentran, por ejemplo, incluir la rehabilitación en las subastas de energía renovable, la elaboración de planes de financiación innovadores, priorizar la mejora de la envolvente de los edificios, establecer sistemas de gestión energética o vincular su localización al potencial de las energías renovables.
España mueve ficha
España, al igual que sus vecinos europeos, no quiere “perder la ola” y nadar contra corriente. Para ello, se apoya en la Estrategia a largo plazo para la rehabilitación energética en el sector de la edificación en España (ERESEE 2020). El objetivo que fija es reducir en un 36,6% el consumo de energía final del sector de la edificación en 2050 respecto al consumo actual, pasando de los 304.276 GWh actuales (el 67% corresponde al sector residencial y el 33% restante al sector terciario) a 192.728 GWh en 2050. Con ello, también se pretende conseguir que el consumo de energía procedente de fuentes fósiles se reduzca a prácticamente cero en 2050.
En el sector residencial la actuación se dirige, principalmente, a la calefacción y el agua caliente sanitaria (ACS). Para 2030, se disminuirá el consumo de energía final en el sector residencial en 26.394 GWh, reduciendo el consumo correspondiente a los usos térmicos (calefacción y ACS) en 21.910 GWh. En suma, plantea un escenario base con la rehabilitación de la envolvente de 1,2 millones de viviendas y la sustitución de más de 3,5 millones de sistemas de calefacción y ACS.
Movilizar las ayudas europeas
Para conseguirlo, la financiación a través de los Fondos Next Generation EU es una oportunidad de arranque única. El gobierno, dentro de la ejecución del Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia, cuenta con una inversión prevista de 6.820 millones de euros, habilitada a través de las Comunidades Autónomas y del Instituto para la Diversificación y Ahorro de la Energía (IDEA) con diferentes subvenciones, para mejorar la calidad y la eficiencia energética de las viviendas y edificaciones.
Los edificios, nuestro mayor banco de materiales
Dentro de ese paquete económico, el PREE 5000 es un programa de ayudas para la rehabilitación en las zonas rurales más despobladas, áreas en las que algunas veces no llega la transición energética. El paquete de ayudas es de 50 millones de euros para este tipo de iniciativas en municipios de menos de 5.000 habitantes, buscando fomentar el tejido productivo local, además de dar empleo y priorizar a los colectivos vulnerables o en situación de pobreza energética.
No son las únicas, tampoco las primeras, ni serán las últimas. Pero lo que sí es definitorio es que, de aprovecharse con sensatez y siguiendo la senda trazada por las diferentes estrategias, la rehabilitación energética vendrá para quedarse, evitando así uno de los factores de la pobreza energética y aportando su grano de sostenibilidad a la emergencia climática.
- By: julian
- Category: Arquitectura
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